El concierto en el Palacio de la Ópera fue realmente didáctico. Gracias a Purcell y a Britten nos quedaron claros los instrumentos que componen una orquesta sinfónica y sus posibilidades expresivas.
Visitamos el Acuario que, además de la sala Maramagnum, la del Nautilus y la obligada parada a saludar a nuestras amigas las focas, esta vez nos deleitó con una exposición temporal dedicada a la perlas. Aprovechamos su Cantina para saborear un en exquisito menú y coger fuerzas.
Finalmente nos atrevimos a subir en el elevador panorámico del monte San Pedro. Allí disfrutamos de lo lindo en el laberinto, lo difícil fue que algunos lograran encontrar la salida (para muestra las fotos adjuntas).
viernes, 11 de abril de 2008
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